domingo, 3 de agosto de 2008

¡Las dos caras de la moneda!

¡Hola juventud! Hoy visité la 13º FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LIMA en Jockey Plaza. Ya me había ganado Katty Pantoja, que lo había hecho dos días antes junto a su familia. Qué alegría siente uno cuando ha influido para que los hijos inviten a leer a los padres visitando las bibliotecas y ferias de libros. En un tierno y bello mensaje, por ahora, Katty nos cuenta todo lo que había disfrutado, junto a sus seres queridos, en tan importante fiesta del libro. Sin embargo, también, me comunica que se va a terminar secundaria a otro colegio. Ahí sentimos una inmensa tristeza. No podemos comprender cómo una alumna tan buena, preocupada, generosa nos puede dejar. En su mensaje no nos explica los motivos, pero deducimos que ha tenido problemas en el aula. Por un lado es una crítica a nosotros, los maestros y maestras, que no hemos podido detectar tales problemas para encontrar soluciones.Este artículo le voy a envíar a Katty, ojalá todavía haya posibilidad a que siga con nosotros, porque se trata de una dilecta persona que no hace daño a nadie y que solo busca superarse para destacar en la vida, en bien de ella y su familia. Si ya no hay esperanza de que se quede en el Cuba, nos queda decirle que la vamos a extrañar mucho, su ausencia se va a sentir, que siga en el camino que se ha propuesto y que tenga presente, siempre, que el Soldado nunca la olvidará. ¡Hasta pronto Katty!

Canción de otoño en primavera

Rubén Darío

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón

poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad:

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
¡y a veces lloro sin querer!

¡Y las demás!, en tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
si no pretexto de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro!

El soldado de la lectura.