viernes, 15 de agosto de 2008

¡BUENA SEÑAL!

¡Hola juventud! Editorial San Marcos nos entrega el poemario Ríoblanco crónica y canto -así como lo perciben- del maestro Julio Yovera, quien advierte que su numen poético es el "Homenaje a la lucha de los pueblos andinos del norte del Perú, que defienden el medio ambiente y su derecho a la vida con una persistencia y un coraje dignos de ser cantados". Entonces, el propósito del poeta es cantar el accionar social de los comuneros en defensa de la naturaleza, que es la vida y la libertad; propósito que consigue al no caer en el mensaje panfletario, propio de "intelectuales" en pompa de jabón.

Al leer el libro, recordamos que Manuel Scorza, en sus cinco cantares de La Guerra Silenciosa, refleja -a través de la prosa- la lucha heroica de las comunidades del Centro contra la voracidad imperialista de la Cerro de Pasco Corporation en el siglo pasado; asimismo, cual haravicu comprometido con su pueblo, el maestro Julio enaltece y rima la lucha milenaria de las comunidades del norte del país, para seguir respirando el aire puro y vivificador de la madre naturaleza, a pesar de "La Manhattan (que) se atasca en su propia bilis". ¡Salud pueblo de Tambogrande!

Julio Yovera, eterno vallejiano por convicción y encanto, ha utilizado versos sencillos, breves, concisos, profundos; como el comunero que escoge las piedras más adecuadas para forjar una pirca indestructible; del mismo modo, el maestro ha escogido y ubicado las palabras exactas para rimar bellamente la vida de sus coterráneos. El manejo apropiado que hace de ellas nos recuerda a Pablo Neruda en Confieso que he vivido, donde trata maravillosamente el valor de la palabra.

Culminamos señalando que el autor de "Ríoblanco crónica y canto" no necesita de panegíricos ni lisonjas, su accionar es conocido y respetado por propios y extraños, debido a su eterno compromiso con la acción y la palabra, que lo demuestra al humanizar dioses, flores, frutos, ríos y cerros en su obra, con el fin de mostrar la fuerza telúrica de la naturaleza y la acción del hombre, ya sea para arrasarla o defenderla; por eso que al final advierte magníficamente:

"De ti depende,
comunero de Yanta y de Segundo y Cajas,
que se conserve
la vida para siempre".

¡Vamos bien!

El Soldado de la lectura.