sábado, 1 de noviembre de 2008

Juicio del gran historiador Basadre

¡Hola juventud! Continuamos presentando opiniones sobre la vida y obra de nuestro poeta universal César Vallejo, como un paradigma que nos debe llevar a leer sus poemas, que tratan fundamntalmente sobre la condición humana. Hoy le dedicamos la nave de la lectura al insigne historiador Jorge Basadre. ¡Vamos bien!

UN GRAN POETA

Hay en Vallejo no sólo un gran poeta localista, sino también un gran poeta del hogar. La nostalgia por la casona amplia, provinciana y por la madre, sentidas desde un desfiladero lejano de la vida sugiere a Vallejo muchos poemas. Mezcla a la evocación infantil nó abstracciones vagas sino trozos realistas: los cuadros de santos, el poyo de la casa, las empanadas de año nuevo. (…) Su prosaismo colabora en la ternura y en la evocación en vez de enervarlas.(…)
Pero el fermento constante, unánime de su poesía es el dolor. (…) Ha observado Luis Alberto Sánchez con gran penetración que si a la mayoría de nuestros poetas habría que apodarles de "melancólicos", a Vallejo habría que clasificarle de "doloroso". El dolor es algo viril, que no excluye la sensualidad y la acción, no se disuelve convirtiéndose en filosofía sistemática, no encuentra un refugio en la religión. Es en la confluencia del dolor y de la vida - la vida no alterada por las recetas, por los prejuicios, por las teorías - donde nace el acento de Vallejo. Sus poemas dan la sensación de algo empapado a la vez que bullente. Nunca dán la sensación de sequedad, ni la de frialdad. La perfección formal y en general toda ausencia anímica son enormes herejías dentro de su estética tácita. El poema parnasiano, el poema civil, el poema épico, el poema festivo, el poema meramente preciosista le son igualmente extraños.(…)
Muchos de los aciertos del verso de Vallejo están al reflejar la pasión amorosa: "Anoche unos abriles granas capitularon ante mis mayos desarmados de juventud". "Amada, en esta noche tú te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso". (…)
El carácter romántico de esta poesía está atemperado por el horror al lugar común, por la búsqueda de la expresión inédita, por el afán sintetista; pero se revela descubriéndose en el sino doloroso que cree tener el poeta (…)
Pero, a pesar de todo, Vallejo busca ser desde su primer libro un heterodoxo, un "outlaw". Al lado de páginas con sindéresis, hay otras donde busca formas mas propias. No tiene la horrenda preocupación de gustar. "Los Heraldos Negros" que hoy son para la vanguardia un claudicante rezago de la poesía vieja, apareció como un libro atrevidísimo. Libro donde están más las flores del mal que las máquinas de nuestro siglo.
"Trilce" publicado cuatro años después de "Los Heraldos Negros", ofrece radicales diferencias en la forma y ocultas semejanzas en el espíritu, respecto a ese primer libro. Ya no cabe mencionar la influencia de Herrera Reissig y Darío; ya no se encuentran sonetos, ni rima, ni métrica; ya cada poema brota de acuerdo con sus propias leyes internas, con un ritmo bronco, acerado, hay cierta libertad del subconsciente, cierto super-realismo. Como en la anécdota de Mallarmee, el poeta ha revisado sus versos para ponerles mas obscuridad. Busca la "expresión desnuda" de que habla Antenor Orrego en el pórtico de "Trilce". Este segundo libro es mas desigual pero mas intenso que el primero.
Pero tanto descoyuntamiento de la frase que desconcierta no solo al ignaro sino también al iniciado, no conduce a sensaciones rebuscadas. Conduce a sensaciones familiares. La madre, la casa familiar son también temas predilectos de esta poesía personalísima. (…)
Haciendo vívida la ingenua visión infantil para luego bruscamente contraponerla a la realidad presente, obtiene aciertos de color a la vez que de ternura. Sabe dar a esa visión infantil su ambiente a la vez que hacer sentir su lejanía. (…)
En general, sigue siendo el poeta de "las caídas hondas de los Cristos del alma". Podría decir como el francés: "Ah! la vie est quotidianne!". Esas cosas que le pasan a uno, desde "haber nacido, así, sin causa" hasta "levantarse todas las mañanas a ciegas" y tener penas "de a centavito", las aprieta, las tuerce, las melifica. No es un poeta para gente satisfecha, superficial o dura. No es tampoco poeta para gente que prefiera "lo bonito". Vallejo carece de refinamiento pero tiene fervor, siendo rudo sin ser basto.
¿Es indio, es serrano esto? NO conozco bien al indio pero su actitud ante la vida parece mas simplista. Todo un cansancio ancestral gime en estos poemas; pero hecho a base de civilización. Por eso, el valor de Vallejo puede graduarse doblemente: en cuanto comienza la adaptación del ambiente nuestro en noble material, poético y en cuanto a su valor integral y ecuménico. Pero también aquí como en "Los Heraldos Negros" los temas son heterogéneos. (…)
La obra de Vallejo representa, así mismo, un enriquecimiento para el lenguaje poético. Muy pocos han sido, entre nosotros, los poetas que han tenido ese valor verbal que linda en lo folklórico. Con Vallejo arriban al ennoblecimiento incontables voces vulgares, familiares, populares, regionales. Ya había empleado en "Los Heraldos Negros" "tahuashear", "chivateando", "cabestreando", "paca paca". En "Trilce" esto es mayor y llega a algo mas avanzado aún: "grittto", "essspasmo", "tiroriros" por el ruido de los cubiertos, "Odum" odneurtse ho "por oh estruendo mudo" del crepúsculo. (…)

El Soldado de la lectura.