sábado, 26 de abril de 2008

¡No me esperen en abril!

¡¡Hola juventud!! Cómo están, seguro cumliendo las tareas y de paso una breve lectura para no perder la costumbre. Está bien que no haya clases, pero no es para que se olviden de nuestra nave de la lectura. Ustedes saben que Lecturaalda les pertenece. Sin los comentarios pertinentes no estamos contentos, ya que necesitamos de sus críticas para alumbrar nuestro camino de fomento de la afición lectora. De tal modo que seguimos difundiendo textos formativos para generar lectura crítica y creativa. ¡Qué rico es leer, pensar y recrear un mensaje!

A continuación les presentamos un poema de Pablo Neruda, dedicado a un objeto que es muy útil para lograr amplitud de nuestro vocabulario. ¡Vamos bien!

ODA AL DICCIONARIO

LOMO de buey,
pesado cargador,
sistemático libro espeso:
de joven te ignoré,
me vistió la suficiencia
y me creí repleto,
y orondo como un melancólico sapo dictaminé:
"Recibo las palabras directamente del Sinaí bramante.
Reduciré las formas a la alquimia.
Soy mago.
El gran mago callaba.
El Diccionario, viejo y pesado,
con su chaquetón de pellejo gastado,
se quedó silencioso sin mostrar sus probetas.
Pero un día, después de haberlo usado y desusado,
después de declararlo inútil y anacrónico camello,
cuando por largos meses,
sin protesta,
me sirvió de sillón y de almohada,
se rebeló y plantándose en mi puerta creció,
movió sus hojas y sus nidos,
movió la elevación de su follaje:
árbol era, natural,
generoso manzano,
manzanar o manzanero,
y las palabras,
brillaban en su copa inagotable,
opacas
o sonoras fecundas en la fronda del lenguaje,
cargadas de verdad y de sonido.

NEFTALÍ REYES, chileno.