viernes, 5 de septiembre de 2008

Segundo poema inédito de Scorza

¡Hola juventud! Tal como señalamos ayer, publicamos lo remitido por nuestro inolvidable amigo Jaime Guadalupe; quien, gentilmente, al final hace algunas precisiones sobre el autor de El cantar de Agapito Robles. ¡Vamos bien!

A CÉSAR CALVO, AGRADECIÉNDOLE QUE ESTÉ AQUÍ

En el principio el hombre abandonaba a sus muertos.
Hace cincuenta mil años comenzó a cavar tumbas.
En la piel de las cavernas cinceló sus miedos bellísimos:
descubrió la poesía.
Por eso estamos aquí,
aventando palabras contra el cielo indiferente.

Cecilia, mi hija, juega con sus años:
cuatro guijarros de colores.
La vida pasa tan rápido, César, que una tarde
la miraremos salir para el parque
y regresar hermosísima mujer.
Así es, César, la vida huye tan rápido
que uno de estos días deberíamos tratar de decir la verdad.
Por favor, qué ocurrencia.
¡El mayordomo tiene órdenes estrictas
de tirarle las puertas al pasado!

Porque jóvenes áureos
en las breñas del horror de América combatían entonces
por un mundo más bello.
Mortalmente heridos caían
más que por la metralla llagados por sus sueños.
Hermosos nacían a la muerte.
Mientras nosotros tatuábamos poemas olvidados
en cuerpos olvidados de mujeres olvidadas.
En chinganas de mala muerte cauterizábamos nuestra melancolía
bebiendo aguardiente que no era Agua Ardiente.

Lenin no apreciaba a los poetas:
cortó groseramente un poema de Maiacovski.
Vladimir Maiacovski se mató.
Pero Lenin se equivocaba:
el Che llevaba en su mochila
acribillados versos de León Felipe
y Javier Heraud llevaba una carta tuya en su chaqueta.
El impiadoso río Madre de Dios arrastró su cuerpo,
tu cuerpo, mi cuerpo, nuestra acribillada juventud, todo.
Pero la vida fluye más rápido que el río Madre de Dios.
¡Imposible erigir un mundo nuevo
sin desembarcar en las Indias entrevistas en nuestros sueños!
Una revolución que sólo es una revolución no es una revolución.
¡Hay que volcarlo todo, hay que quemarlo todo,
hay que arrancarlo todo!
No permitir que vuelva a retoñar la misma realidad,
la misma familia, la misma agua, los mismos padres,
la misma luz, la misma patria, el mismo futuro,
la misma tristeza, la misma religión, el mismo sol!

¿Quién se atrevería a absolvernos?
Un inmortal poema nos absolvería.
Pero los años han pasado
y no hemos pronunciado la Palabra Ígnea.

La vida es tan fugaz, César, que una de estas tardes
saldrás a comprar cigarros
y regresarás a contar chistes en nuestros velorios.
Y ahora sí te acepto un pisco.
Porque a pesar de esta tristeza la vida vale la pena:
estoy alegre, estoy árbol, estoy exaltado,
estoy con mis amigos, estoy relámpago, estoy luz.
Porque el hombre que está más cerca de su muerte
que de su nacimiento
necesita urgentemente ser feliz.

Hace cincuenta mil años, en la piel de las cavernas,
comencé a grabar este poema.
Por eso estoy aquí,
aventando palabras contra el cielo indiferente.

Escrito la mañana del 20 de mayo
en el Hotel de Turistas de Tacna,
corregido en París
la noche del 21 de junio de 1977.
Manuel Scorza

En julio de 2007, la madre Lily me honró nuevamente al entregarme el texto ‘corregido’ del mismo poema; en realidad, aún más logrado y trascendente, y hecho tributo imperecedero a su dilecto amigo, nuestro poeta mayor César Calvo (...), a quien le dedicó su cuarta novela, Cantar de Agapito Robles, con estas palabras: Para César Calvo, mi hermano, que me ayudó a encender el poncho de Agapito Robles. En Chachapoyas-Amazonas, junto a mi adorada madre Amada de Jesús, 15 de Agosto de 2007, Día Jubilar de la Fidelísima Ciudad de la Independencia. / Jaime Guadalupe Bobadilla

Así he difundido, y sigo haciéndolo, por los más diversos medios, en particular por vía electrónica, en todo el Perú y varios países de América Latina y Europa, estos poemas scorzianos de tanta significación, junto a todos los textos de mi Archivo Scorza. / Julio de 2008 / JGB