martes, 9 de septiembre de 2008

PARECE QUE LEEN PERO NO COMPRENDEN

¡Hola juventud! Estamos recargados de trabajo, pero NO queremos perder la oportunidad de seguir comunicándonos, por eso que les remitimos un preciso artículo sobre el problema que nos preocupa: Leen pero no comprenden. ¿Qué pasa?

No deja de asfixiarme cierta realidad: damos más libros a los alumnos, vemos que los tienen, incluso los vemos que los abren y están allí, leyendo. Pero, cuando vamos al diálogo, a las preguntas, a lo que llamamos “la prueba de su comprensión lectora”, parece que todo se esfumara. Sentimos que un espejismo nos sopló en los ojos, los alumnos no han cambiado. Esta sensación parece ser frecuente. Da origen a grandes campañas de “estímulo de la lectura”, de “un niño, un libro”. Pero no sabemos el resultado. Y no lo vemos. Entonces nos sentimos realmente mal, deprimidos.

Creo que no debemos buscar explicaciones, que suelen ser excusas. Prefiero abrir los ojos y pensar en lo que veo. Y eso me lleva a varias consideraciones:

Tener un libro, llevarlo de aquí para allá, mirarlo, no significa “leer”. De nada sirve una gran campaña de dar libros o hacer que los niños se los lleven si no sabemos que pasa con los niños y esos libros.
Haber leído un libro no significa lo mismo para nadie. Lo digo de otro modo, sólo para el caso de lecturas estrictamente informativas (muy estrictamente denotativas) las ideas principales y secundarias son ubicables según criterios objetivos. Cualquier otro texto supone la interpretación, es decir, cada lector encuentra aspectos importantes para sí que no coinciden con los otros. Y más bien se castiga las diferentes interpretaciones, cuando el significado de un texto es la convergencia de todas las interpretaciones.
Para el niño el tiempo tiene otro sentido que para un adulto. La expresión “perder el tiempo” no tiene sentido para quienes tienen muchos años por delante, pero “no tener ganas” es esencial, porque el tiempo depende de lo que siente, no de lo que va a obtener más adelante. No tiene sentido argumentar directamente con los niños sobre los beneficios de la lectura. Tal vez sea más importante discutir las ventajas comparativas entre la lectura de un libro o el juego por Internet o escuchar música. A lo mejor, mejor es leer de otro modo: con música, con estímulos adicionales, con hipertexto o con navegación que los lleve a lo que asocian.
¿Cuándo me doy cuenta que dicho niño ha cogido experiencia del texto leído? No va a ir citando frases del texto, claro, y probablemente no asocia directamente algunas de sus expresiones y actitudes con el texto origen. Generalmente, la influencia se encubre si no hemos compartido la lectura del texto con ellos o si no hemos profundizado en el texto mismo. Porque a veces proponemos el texto porque decimos que es “creativo”, “estimulante”, “fantástico”, pero no recordamos en qué parte del texto lo es. Para el niño, lo concreto o los contornos son más precisos, porque no experimentan en categorías definidas. Entonces, la influencia del texto se ve en lo que no es textual: lo que busca en la televisión, lo que escoge de ropa, la música que elige ahora, lo que pinta o lo que actúa en sus juegos. Y eso incluso en adolescentes, sólo que en ellos podemos hacer que la lectura les de alas para hablar más.
Los estudiantes han empezado su viaje para descubrir sus valores, que podrán ser los nuestros, pero no tiene que ser así. Tratarán a los libros de otro modo. La lectura no será un asunto a tener entre las manos, sino también algo que cortan y pegan, pintan o ponen música. Para ellos, en una cultura como esta donde me lees, los valores no son principios sino maneras de hacer cosas o tener experiencias. Y antes que pierdan lo que podemos dar, hay que entenderlos.
Todo lo anterior nos lleva a plantear la necesidad de cambiar los indicadores de la comprensión de lectura. No debe medirse ésta por las respuestas en una prueba, ni por la cantidad de libros que se lleva a casa y que menciona por su título, ni los resúmenes que puede hacer de ellos (que los puede encontrar en Internet, además), ni por las ideas principales y secundarias que anota y subraya (que puede ser resultado de un trabajo mecánico y dependiente de la reacción del docente). La medida de la comprensión de lectura está en el incremento del diálogo, en la variedad de temas a conversar, en nuevos temas para su música o su pintura, en la necesidad de buscar más información. La comprensión de lectura es el camino a mejorar la experiencia. Si la experiencia manifestada es más rica, profunda y variada, allí encontraremos la medida del éxito y el sol para nuestras angustias formativas.

FUENTE: INTERNET.