lunes, 23 de junio de 2008

¡Quiero saber más de la vida!

¡Hola juventud! Nuestra dilecta alumna Reyda Dávila escribe expresando su deseo de conocer más sobre la vida, y ella misma se responde que lo logrará leyendo grandes obras que abordan los temas de la juventud, para tener más conocimiento sobre la realidad, con el fin de transformarla en beneficio de los niños y jóvenes, que hoy están olvidados. Hablando de jóvenes les brindamos un hermoso poema del creador del Modernismo, el poeta nicaragüense Rubén Darío, que con su obra "Azul" dio el primer aporte latinoamericano a la literatura mundial. El segundo fue con el boom de la lieratura de lo real maravilloso, representado por Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Manuel Scorza, Alejo Carpentier, entre otros.¡Vamos bien!

Canción de otoño en primavera
Rubén Darío

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón

poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad:

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
¡y a veces lloro sin querer!

¡Y las demás!, en tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
si no pretexto de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro!

ANÉCDOTA PARA LEER:

Pasaba frente a casa el abuelo Maxi, arreando tres burros. Decidí hacerle una broma y le pregunté:
- Abuelo, ¿a dónde se van los cuatro?
- Ven para irnos los cinco-, respondió rápidamente. ¡Plop!