martes, 24 de junio de 2008

¡GRACIAS kATTY!

¡Hola juventud! Cuando uno quiere saber còmo està trabajando, no necesita la opiniòn de expertos, basta escuchar a los chicos y chicas del aula para darse cuenta si està en el camino correcto o nos estamos equivocando. Son ellos los que nos van a dar indicadores de nuestro accionar docente. Jamàs debemos subestimar o temer el parecer de ellos. Hay que crear mecanismos que permitan manifestar su parecer en forma indirecta. Los criterios que viertan nos serviràn de mucho para potenciar nuestras virtudes o corregir nuestros "errores". Ellos son los que estàn en permanente relaciòn con nosotros y deben ser considerados como sujetos fundamentales de la educaciòn junto al docente y los padres de familia.
Queremos brindar nuestro agradecimiento a nuestra alumna Katty, ella siempre objetiva y generosa, te reclama lo que cree es justo y te congratula cuando reconoce tus mèrito; y te critica, como debe ser, cuando falta algo. Y tiene razòn, hoy celebramos el Dìa del campesino y la nave de la lectura no ha brindado al respecto, por eso que es justo el reclamo de Katty, y debemos cumplir con su pedido. ¡Gracias Katty!
Còmo surge el Dìa del campesino?
El hombre desde que apareciò en la tierra siempre ha sido agradecido con ella; es asì como los habitantes del Tahuantinsuyo rendìan culto a su dios Sol, cada 24 de junio, para agradecerle por los bienes que le brindaba la tierra (pachamama). Hasta ahora se da esta majestuosa celebraciòn, llamada Fiesta del Inti Raymi. Los incas se preparaban para recibir el solsticio de verano cada 24 de junio.
En 1930, Augusto B. Leguìa institucionaliza tan magna fecha como el Dìa del indio. Sus enemigos desconocen tal decisiòn, por lo que el Congreso Peruano lo restituye en 1949. En 1969, Juan Velasco Alvarado y el Gobierno Revolucionario institucionalizan tan recordada fecha como el Dìa del campesino, haciendo justicia con ellos a travès de la Reforma Agraria, cuyo lema era: ¡La tierra para quien la trabaja!

PARA REFLEXIONAR:

A Phocás, el campesino

Phocás el campesino, hijo mío, que tienes
en apenas escasos meses de vida, tantos
dolores en tus ojos que esperan tantos llantos
por el fatal pensar que revelan tus sienes...

Tarda a venir a este dolor adonde vienes,
a este mundo terrible en duelos y en espantos;
duerme bajo los Ángeles, sueña bajo los Santos,
que ya tendrás la Vida para que te envenenes...

Sueña, hijo mío, todavía, y cuando crezcas,
perdóname el fatal don de darte la vida
que yo hubiera querido de azul y rosas frescas;

pues tú eres la crisálida de mi alma entristecida,
y te he de ver, en medio del triunfo que merezcas
renovando el fulgor de mi psique abolida.

RUBÉN DARÍO, poeta nicaragüense.