miércoles, 21 de mayo de 2008

¡Ya era tiempo Raquel!

¡¡Hola juventud!! Aunque parezca mentira, uno ingresa pensando titular de una manera y al final lo hacemos de otra, porque encontramos mensajes agradables y placenteros de nuestros pupilos, a quienes está dedicada nuestra nave de la lectura. Por ejemplo hoy habíamos pensado titular: ¡Juan Flores, un maestro de verdad!, con esa idea ingresamos a la página y nos damos con la grata noticia de nuestra fina y tierna lectora Raquelita, que este año termina sus estudios como una destacada alumna de nuestro glorioso República de Cuba. Al final decidimos colocar el título sobre Raquel, porque realmente nuestro amigo Juan Flores es un maestro de verdad y estrá de acuerdo con nosotros, porque para los maestros los niños y los jóvenes están primero. Raquel sigue en el camino que has trasado para lograr tus objetivos y no te olvides de Lecturaalda, que necesita de tus acertados comentarios.
A Juan lo conocimos haciendo docencia en la escuela y la calle, y, sobre todo, un empedernido obrero del verso. Sus poemas reflejan la fuerza telúrica del ande, así como la ternura y el compromiso del maestro con la niñez y el pueblo. A él nuestro saludo y reconocimiento por deleitarnos con maravillosos poemas y, también, por comprometernos con los démás. Alejado de las aulas, Juan se encuentra haciendo docencia al mostrarnos la realidad en la cual viven los niños y niñas de Puno. A continuación publicamos sus versos que reflejan la sensibilidad y convicción de Juan. ¡Vamos bien!

CC. Percy le escribo desde donde el día rompe sus ojos repletos de helada y hasta el tayta sol tiene temor de echar su manantial albino. Todos sufren más todavía los humanos y dentro de ellos los wawitas sobre quienes el bárbaro tambor de la tos galopa sin piedad. Ahí envío una poesía sobre este fenómeno cruel.

FRIAJE

Bajo cero el manantial del sol amado,
la fogata cocinera de la choza,
todo el grito cristalino de los ojos,
los abismos, la nobleza de la aurora,
la camita insuficiente de los niños...
Tantos ceros bajo cero el agua y tiempo,
todo el fósforo escondido de las venas,
la armonía y la nostalgia de la tierra,
las riberas y peñascos de los hombres...
¡Todo el orbe que se ve y el que ni es visto!

Muchos hielos bajo cero. ¡Arde la muerte!
escarba niños con la fiebre, tos y tumba,
mata pechos a galope de ronquidos
y desangra a la emoción de los pulmones,
de la piel arranca el fuego y la amortaja
con un ritmo que tirita en triple angustia...
su colmillo intolerable astilla alpacas,
con su frígida mandíbula rumia surcos...
Tantos ceros bajo cero el ¡Frío enlaza!
cementerios cotidianos y otros llantos.

Pero el fósforo aspirante de la vida...
¡Se incorpora desde el luto y flor urgente!
de la tierra que aún suelta verde abrigo,
de toditos los hervores del coraje...
¡ALEGREMOS! SU MANTEL QUE NECESITA
agua hirviendo, pan caliente, brasas de aire,
sombras hechas de candela y que la ropa
grite fuego y las cenizas del friaje
se sometan al fogón de la alegría
¡Viva el triunfo del calor humanitario!

(Juan Flores)





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