lunes, 11 de febrero de 2008

¡Marchamos firmes a Llata!

¡¡Hola juventud!! A los 96 días de la aparición de nuestro espacio virtual, nos dirigimos a Llata a fin de ganar experiencias gracias al interactuar con nuestros colegas. Pero seguimos sosteniendo nuestra campaña de fomento de la lectura placentera y formadora. ¡SE ACERCA LOS 100 días de LECTURAALDA!

Hoy hemos sostenido una conversación con nuestro inolvidable amigo y líder social Olmedo Auris Melgar sobre la crisis de la lectura en el país. Sostiene que el Estado debe preocuparse de la formación neuronal de los niños de 0 a 3 años, considerando que la ciencia ha demostrado que es la etapa fundamental para que el ser humano pueda sentar las bases para el desarrollo de las habilidades, la inteligencia y la creatividad. En esta etapa se desarrolla el 70% de las potencialidades intelectuales, siempre en cuando haya una adecuada política nutricional. En el plano educativo, los niños deben ser formados desde muy temprano para descubrir y desarrollar sus potencialidades y para eso el maestro debe estar preparado en neurociencia y cómo detectar y desarrollar las habilidades, destrezas y capacidades. ¡VAMOS BIEN!

¡SOLIDARIDAD CON LECTURAALDA!
¡BUENA IVÁN! Nuestro dilecto amigo Iván Castillo Plácido ha sido el primero en acudir a nuestro llamado de colaborar con la nave de la lectura, remitiéndonos un maravilloso y entretenido pasaje de una obra que nos permite AMAR a la matemática. ¡Gracias, joven y digno maestro del grupo SINERGIA!

La primera clase de Matemática
(Extracto del libro El hombre que calculaba)

(…) Realmente, las cosas fueron dispuestas de tal manera, que ni siquiera se distinguía la sombra de la joven que iba a ser discípula de Beremís. Era muy probable que ella nos estuviera observando por algún pequeño orificio hecho en el terciopelo, e imperceptible para nosotros. - Pienso que es oportuno comenzar ya la primera lección –advirtió el sheik. Y preguntó con cariño: - ¿Estás atenta, Telassim, hija mía? - Sí, padre -respondió una voz femenina de agradable timbre, desde el otro lado del aposento. Mientras tanto Beremís se había preparado para la lección; cruzó las piernas, sentándose sobre un almohadón, en el centro de la sala. Yo procuré ser discreto, colocándome a un lado; junto a mí vino a sentarse el sheik Iezid. Toda investigación científica, es costumbre que sea precedida por una oración. Fue, pues, así, que Beremís comenzó: - Nosotros Te Adoramos, Señor, e imploramos Tu divina providencia. Condúcenos por el camino de la verdad; por el camino de los iluminados y bienamados por Ti. Terminada la oración, así habló: - Cuando miramos, señora, hacia el cielo, en las noches límpidas y calmas, sentimos que nuestra inteligencia es pequeña para concebir las obras maravillosas del Creador. Delante de nuestra mirada sorprendida, las estrellas son una caravana luminosa que desfila por el desierto insondable del infinito; las nebulosas inmensas y los planetas giran según leyes eternas por los abismos del espacio. Una noción surge, entretanto, bien nítida, en nuestro espíritu: la noción de número. Vivió otrora, en Grecia, cuando ese país era dominado por el paganismo, un filósofo notable llamado Platón. (Alah es, sin embargo, más sabio). Consultado por un discípulo sobre las fuerzas dominantes de los destinos del hombre, el gran sabio respondió: “Los números gobiernan el mundo”. Realmente es así. El pensamiento más simple no puede ser formulado sin que en él se involucre, bajo múltiples aspectos, el concepto fundamental de número. El beduino que en medio del desierto, en el momento de la oración, murmura el nombre de Dios, tiene su espíritu dominado por un número: ¡La Unidad! Sí; Dios, según las verdades escritas en el Libro Santo y repetidas por el Profeta, es Uno, eterno e inmutable. Luego, el número Uno aparece en el cuadro de nuestra inteligencia como el símbolo del propio Creador. Del número, señora, que es la base de la razón y del entendimiento, surge otra noción de indiscutible importancia: la noción de medida. Medir, señora, es comparar. Por lo tanto, solo son susceptibles de medirse las magnitudes que admiten un elemento como base de comparación. ¿Será posible medir la extensión del espacio? De ningún modo. El espacio es infinito y, siendo así, no admite término de comparación. ¿Será posible avaluar la eternidad? De ninguna manera. Dentro de las posibilidades humanas, el tiempo es siempre finito, y en el cálculo de la Eternidad no puede lo efímero servir de unidad de avaluación. En muchos casos, sin embargo, nos es posible representar una magnitud que no se adapte a los sistemas de medida, por otra que pueda ser avaluada con exactitud. Ese cambio de magnitudes, tendiente a simplificar los procesos de medidas, constituye el objeto principal de una ciencia, que los hombres denominan Matemática. Para alcanzar su objetivo, precisa la Matemática estudiar los números, sus propiedades y transformaciones. En esa parte ella toma el nombre de Aritmética. Conocidos los números, es posible aplicarlos a la avaluación de magnitudes que varían, o que son desconocidas, pero que se presentan expresadas por medio de relaciones y fórmulas. Tenemos así el Álgebra. Los valores que medimos en el campo de la realidad son representados por cuerpos materiales o por símbolos; en cualquier caso, esos cuerpos o esos símbolos están dotados por tres atributos: forma, tamaño y posición. Es necesario, pues, estudiar estos tres atributos; ese estudio constituye el objeto de la Geometría. Estudia, además, la Matemática, las leyes que rigen los movimientos y las fuerzas, leyes que aparecen en la admirable ciencia que se denomina Mecánica. La Matemática pone todos sus recursos al servicio de una ciencia que eleva el alma y engrandece al hombre. Esa ciencia es la Astronomía. Hablan algunos de las Ciencias Matemáticas, como si la Aritmética, el Álgebra y la Geometría fuesen partes enteramente distintas. No es así, sin embargo. Todas se auxilian mutuamente, apoyándose unas en las otras, y, en ciertos puntos, se confunden. Hay una ciencia única, la Matemática, la cual nadie se puede jactar de conocer, porque sus conocimientos son, por su naturaleza, infinitos, y de la cual todos hablan, sobre todo los que más la ignoran. Entre los hombres que la estudian y la conocen hay, sin embargo, algunos que más se fijan en minucias que en las ideas generales, siendo, por lo tanto, sus descubrimientos de escasa importancia. (…)La Matemática, señora, enseña al hombre a ser sencillo y modesto; es la base de todas las ciencias y todas las artes. Aldebazan, rey de Irak, descansando cierta vez en la galería de su palacio, soñó que encontraba siete jóvenes que caminaban por una ruta. En cierto momento, vencidas por la fatiga y por la sed, las jóvenes se detuvieron bajo el sol calcinante del desierto. Apareció, entonces, una hermosa princesa que se aproximó a las peregrinas, trayéndoles un gran cántaro de agua pura y fresca. La bondadosa princesa sació la sed que devoraba a las jóvenes, y éstas pudieron reanudar su interrumpida jornada. Al despertar, impresionado con ese curioso sueño, decidió Aldebazan entrevistarse con un astrólogo famoso, llamado Sanib, a cual consultó sobre el significado de aquella escena en la que él –rey poderoso y justo- asistiera en el mundo de las visiones y fantasías. Dijo Sanib, el astrólogo “¡Señor! Las siete jóvenes que caminaban por la ruta, eran las artes divinas y las ciencias humanas: la Pintura, la Música, la Escultura; la Arquitectura, la Retórica, la Dialéctica y la Filosofía. La princesa que las socorrió representa la grande y prodigiosa Matemática. Sin el auxilio de la Matemática –prosiguió el sabio- las artes no pueden progresar, y todas las otras ciencias perecen.” Impresionado el rey por lo que oía, determinó que se organizasen en todas las ciudades, oasis y aldeas de su país, centros de estudios matemáticos. Elocuentes y hábiles “ulemas”, iban por orden del soberano recorriendo los bazares y caravanas, enseñando Aritmética a los caballeros y beduinos. En las paredes de las mezquitas y en las puertas de los palacios, los versos de los poetas famosos fueron sustituidos por fórmulas algebraicas y por cálculos numéricos. Al cabo de pocos meses aconteció que el país atravesaba por una era de prosperidad. Paralelamente al progreso de la ciencia, crecían los recursos naturales del país, las escuelas estaban repletas; el comercio se acrecentaba en forma prodigiosa; multiplicábanse las obras de arte; levantábanse monumentos, y las ciudades estaban colmadas de turistas y curiosos. El país de Irak tenía abiertas las puertas al Progreso y a la Riqueza, si no hubiése la fatalidad, (¡Mactub!) puesto el término a aquel período de trabajo y prosperidad. El rey Aldebazan, acometido por repentina enfermedad, murió, siendo llevado por el maligno Azrail para el cielo de Alah. La muerte del soberano abrió dos tumbas. Una de ellas acogió el cuerpo del glorioso Monarca, y la otra la cultura científica del pueblo. Subió al trono un príncipe vanidoso, indolente y de limitadas dotes intelectuales. Le preocupaban más las diversiones que los problemas Administrativos del Estado. Pocos meses después, todos los servicios públicos estaban desorganizados; las escuelas cerradas, y los artistas y “ulemas”, forzados huir bajo la amenaza de los malvados y ladrones. El tesoro público fue dilapidado en múltiples festines y desenfrenados banquetes. El país de Irak, llevado a la ruina por el desorden, fue atacado por enemigos ambiciosos, y vencido. La historia de Aldebazan, señora, nos demuestra que el progreso de un pueblo se halla ligado al desenvolvimiento de los estudios matemáticos . En el Universo todo es número y medida. La Unidad, símbolo del Creador, es el principio de todas las cosas, las cuales no existen sino en virtud de inmutables proporciones y relaciones numéricas. Todos los grandes enigmas de la Vida pueden ser reducidos a simples combinaciones de elementos variables o constantes, conocidos o desconocidos. Para que podamos conocer la Ciencia es necesario tomar un número por fase. Veremos como estudiarlo con ayuda de Alah, Clemente y Misericordioso. - ¡Uaasalam! Con estas palabras concluyó el calculista, dando por terminada su primera clase de Matemática.


PARA PENSAR:


"Leer es comprender porqué y para qué se vive".

P.J.U.