domingo, 7 de junio de 2009

Descubriendo a César Vallejo

¡Hola juventud! Permítanos reflexionar sobre los sucesos de la selva recordando la obra de nuestro vate universal.

Gracias a la generosa y cordial invitación de un amigo llegamos a la UCV en el 2008; previa evaluación rigurosa, ingresé a ser parte del glorioso FRENTE VALLEJIANO, liderado por el poeta cataquense Julio Yovera e integrado por eternos apasionados de la obra de nuestro vate universal, como Carlos Castillo, Emilio Sánchez, Saturnina Abarca y Henner Rodríguez, más conocidos como Los Tigres de Cátedra.

Apenas llegamos, Ricardo Elías, Ernesto Toledo, Marisol Palomino, Lucía Apolinario y Juan Manzaneda, nos llamaron Los Cachorros de Cátedra, fuimos la tercera camada que llegaba a UCV, institución de corta data, pero cada día se hace grande y se expande en todo Lima y el Perú.

En este interactuar, fui descubriendo cada vez más al gran poeta universal, cuya visión y compromiso con los que más sufren persiste. Os pido que cambien el título del poema que señalamos a continuación, y percibirán la vigencia de la obra de Vallejo mientras exista injusticia social y gobernantes mediocres que optan por la muerte antes de defender la vida. Sigamos el mensaje de Vallejo y no callemos ante el horror. ¡Muera la muerte!


CORTEJO TRAS LA TOMA DE BILBAO

Herido y muerto, hermano,
criatura veraz, republicana, están andando en tu trono,
desde que tu espinazo cayó famosamente;
están andando, pálido, en tu edad flaca y anual,
laboriosamente absorta ante los vientos.

Guerrero en ambos dolores,
siéntate a oír, acuéstate al pie del palo súbito,
inmediato de tu trono;
voltea;
están las nuevas sábanas, extrañas;
están andando, hermano, están andando.

Han dicho: «Cómo! Dónde!...», expresándose
en trozos de paloma,
y los niños suben sin llorar a tu polvo.
Ernesto Zúñiga, duerme con la mano puesta,
con el concepto puesto,
en descanso tu paz, en paz tu guerra.
Herido mortalmente de vida, camarada,
camarada jinete,
camarada caballo entre hombre y fiera,
tus huesecillos de alto y melancólico dibujo
forman pompa española, pompa
laureada de finísimos andrajos!

Siéntate, pues, Ernesto,
oye que están andando, aquí, en tu trono,
desde que tu tobillo tiene canas.
¿Qué trono?
¡Tu zapato derecho! ¡Tu zapato!

EL SOLDADO DE LA LECTURA

FUENTE: CÉSAR VALLEJO / ANTOLOGÍA POÉTICA. Edición y selección: Antonio Merino. España. Ed. Espasa Calpe. 1997. p. 228. ISBN 86-239-7303-X