viernes, 25 de abril de 2008

Testimonio de un matemático

¡¡Hola juventud!! Gracias Raquelita por tus acertados comentarios; así como a toda la "batería" del Cuba. Ya se acaba el mes de abril, pero siguen produciendo textos inspirados en nuestros poetas y escritores que dejaron testimonio de lo maravilloso que es nuestro país y lo injusto es que pocos lo disfruten. Hoy presentamos el testimonio de nuestro dilecto amigo Edgar Castillo, con quien estudiamos Maestría y es el hombre de los números y el razonamiento lógico. Muchos creen que a los científicos no les gusta la poesía, falso, ellos también tienen sentimientos y leen versos que dejan huella en la vida, tal como lo demuestra el amigo Edgar en la colaboración que nos ha remitido. ¡Vamos bien!
COMENTARIO SOBRE UN POEMA DE CÉSAR VALLEJO

Todavía vivo y siento mi niñez cada vez que leo el poema de Vallejo Los pasos lejanos”. Recuerdo claramente antes de conocer este poema, una mañana partió mi hermano mayor desde Huaraz a la ciudad de Lima para continuar sus estudios superiores. Era el primero de los 8 hermanos que salía del hogar cálido y feliz en que vivimos junto a papá y mamá. Todos sentimos mucha nostalgia, la casa quedó en silencio por mucho tiempo y por primera vez vi de muy cerca el sufrimiento de mis padres, sobre todo el dolor de mi madre, por la partida del primogénito de la familia. Posteriormente casi olvidé ese pasaje triste de mi vida, hasta que a los 15 años y cursando el 5to de secundaria, llegó a mis manos por obligación del profesor de literatura un libro con los poemas de Vallejo. Con mi poca experiencia e inmadurez, propia de un adolescente común y corriente, me puse a ojear el libro sin ningún interés. Todos recomendaban leer “Los Heraldos negros”, “Trilce”, “España, aparta de mí este cáliz”, etc. Que estaban de moda, sin embargo me resistía a leer, sobre todo por dar la contra a mis compañeros mayores que ya estaban saboreando la exquisitez de los poemas de Vallejo, aunque algunos lo hacían por alardear que ya leían a este insigne poeta. Fue en esas circunstancias que me encontré con un poema corto por lo que me animé a leer: “LOS PASOS LEJANOS” que se iniciaba así:

Mi padre duerme. Su semblante augusto
Figura un apacible corazón; está ahora tan dulce…
Si hay algo en él de amargo , seré yo.

Hay soledad en el hogar; se reza;
Y no hay noticia de los hijos hoy.
Mi padre se despierta, ausculta en
La huida a Egipto, el restañante adiós.
Estás ahora tan cerca;
Si hay algo en él de lejos, seré yo.

Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave, tan ala, tan salida, tan amor.

Terminé de leer esta última estrofa y mis ojos estaban llenos de lágrimas. Vallejo me remontó a mi niñez, y desde entonces sentí más acercamiento y respeto al poeta más grande y brillante de todos los tiempos: César Vallejo.

Edgar Castillo González, peruano.