sábado, 26 de diciembre de 2009

¡Qué tal "baño" de cultura!

¡Hola juventud!
Temprano fuimos al mercado de Gamarra. Necesitábamos consumir bastante energía; ya que habíamos decidido visitar la recién inaugurada Casa de la Literatura Peruana y la añosa Cámara Popular de Libreros, más conocida como Amazonas.
Para empezar, nos servimos un suculento sancochado serrano con bastante col y carne; plato enorme que compartimos con Hilda. Leda como siempre saboreó un inteligente caldo de cabeza. Cerramos la preparación nutritiva con un jugo especial; sin maca por si acaso.
Después marchamos hacia Amazonas; siempre teniendo presente que la afición lectora se siembra en el seno familiar, se consolida en la escuela y se especializa en la Universidad; sin imponer a nadie nada, sino visitando lugares letrados que llamen la atención y colmen las necesidades y gustos lectorales de las personas.
La experiencia nos ha enseñado a no cometer el error de comprar libros que nos han gustado para que lean los hijos. Cómo disfrutamos al leer Corazón de Edmundo de Amicis y con qué gusto compramos hace años un ejemplar para Leda. ¡Qué tristeza sentimos cuando Leda recibió el texto por compromiso y lo dejó abandonado en un rincón de su dormitorio!
Ledita nos dio una gran lección: Los libros no se imponen, los libros nos esperan y nos encuentran el día menos pensado, como hoy sábado 26 de diciembre de 2009; fecha inolvidable porque al visitar la Cámara Popular de Libreros hemos adquirido varios textos, de acuerdo a nuestros gustos y necesidades; sobre todo uno en especial.
Mientras que nosotros buscábamos textos referentes a nuestro César Vallejo, Leda optaba por los textos de literatura infantil y juvenil. Fue atraída por La niña de la sombra de colores de Jorge Eslava, el mismo autor del clásico juvenil Templado; y Las batallas de Andrés de Aline Petterson. Libros que los adquirimos con mucho gusto y alegría que nuestra hija sea, también, una gran lectora; hecho que ya lo había demostrado muchas veces, porque siempre estamos a la caza de libros en las ferias, librerías y lugares letrados.
Pero qué gran satisfacción sentimos cuando nos pidió que le compráramos el Libro del Che; gesto que nos llevaba a comprobar que Leda, también, estaba en el camino correcto de preocuparse por los demás, como lo hizo nuestro inolvidable Che. ¿De qué vale la lectura si sólo te va a deleitar? La lectura es valiosa cuando te deleita y compromete con la humanidad. ¡Gracias, Che! Pronto escribiremos sobre la Casa de la Literatura Peruana.

El Soldado de la Lectura